viernes, abril 13

Amago de ensayo oficial


«Me he clavado el tacón en un chisme de esos». No hubo alfombra roja en los exteriores del Auditorio Miguel Delibes y tal vez habría hecho falta. Más que por boato y estética, por ser prácticos y evitar los numerosos tropezones de los tacones de gala. Más de media docena de invitados, todas mujeres, se quedaron clavadas antes de llegar al 'foyer' del edificio, en los entresijos de un entarimado que tiene unas rendijas demasiado abiertas para el grosor de sus tacones.


La cosa pudo ser peor si el concierto comienza media hora más tarde, porque la tarde gris dejó las huellas de la lluvia en la misma madera que antes había atrapado algunas piernas. «Veremos cómo envejece este exterior, con el clima tan duro que tenemos en Valladolid», comentaba un caballero al observar la tarima empapada. Fieles a la tradición local, parca en focos y flashes (recuerden la habitual 'tristura' de la Seminci), nada colaboró en dar especial realce a esta puesta de largo del edificio que por sus dimensiones debe colocar a las artes escénicas y la música de la ciudad en todos los programas de aquí y de allá. Total que el edificio Ondas no pudo desplegar ayer todo su 'velamen' urbanístico, ese que dicen que va a marcar un antes y después en Villa del Prado.Todo pasó como de puntillas. De entrada, quería ser como un ensayo de la gran inauguración oficial que protagonizará algún miembro de la Casa Real en junio.


Las carencias del protocolo distendieron un vestuario que, en otra ocasión, habría sido de rigurosa etiqueta. Cuando las 1.700 butacas del Auditorio estaban llenas (apenas quedaron vacías dos o tres docenas), casi podía divisarse un arco iris de vestimentas e incluso a bastante caballeros que se desprendieron de la corbata o pajarita (empezando por el propio director, Alejandro Posada).Hasta los propios políticos utilizaron discretos accesos laterales. Los invitados, que empezaron a arremolinarse en las cercanías del Auditorio Miguel Delibes bastantes minutos antes de que comenzara el concierto, paseaban la vista por la magnificencia del foyer y sus enormes cristaleras, mientras regalaba sus oídos el sonido de la Sección de Metales que interpretó su 'Fanfarria Castellana', de Eric Ewazen.Las autoridades no le hicieron mucho caso a este entremés musical. La consejera de Cultura, Silvia Clemente, recibía el parte de novedades del gerente de la Orquesta Sinfónica, Enrique Rojas, mientras el alcalde de Valladolid, Javier León, intercambiaba opiniones con el 'padre' de la criatura, Ricardo Bofill.Soledad políticaDirectamente de los garajes laterales, irrumpieron un grupo de representantes de las instituciones, encabezados por el presidente de las Cortes, José Manuel Fernández Santiago, junto a varios altos cargos del Gobierno regional.


El propio presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, la más alta autoridad presente, llegó en solitario y habría pasado desapercibido si no fuera por el revuelo de cámaras y periodistas. Por cierto que el mismo recibidor que atrapó algunas extremidades sufrió la venganza de los fumadores: les costará a los servicios de limpieza sacar de sus rendijas tanta boquilla apurada.

Fuente:El Norte de Castilla