jueves, enero 25

La Familia Real, más de 300.000 kilómetros en 2006 al servicio del país


El Gabinete de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Casa de Su Majestad el Rey entregó ayer, por primera vez, un resumen de las actividades internacionales realizadas por la Casa Real a lo largo de 2006. De acuerdo con los datos ofrecidos, Sus Majestades los Reyes y sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias han llevado a cabo durante el año pasado más de medio millar de actos en una agenda oficial con un marcado acento en las cuestiones institucionales, internacionales y de impulso a la actividad económica y empresarial española.


Sobre al año concluido, el informe destaca un despliegue de actividades en el extranjero que ha sumado más de 300.000 kilómetros, casi ocho veces la vuelta al mundo, «en representación de España y en defensa de los intereses españoles». Asimismo, han realizado un total de 37 viajes a una treintena de países. En estos desplazamientos figuran visitas de Estado y oficiales, la participación en Cumbres y eventos internacionales e, incluso, la presencia en acontecimientos deportivos de máximo nivel con participación española. La acción de la Corona se ha repartido por todas las zonas de interés preferente para la política exterior española: UE, Iberoamérica, Zagreb y Oriente Medio y los destinos más prometedores de Asia, como China.


Esta intensa actividad Real contrasta con la paupérrima agenda exterior del presidente del Gobierno, con apenas media docena de viajes oficiales en 2006. Por otra parte, Don Juan Carlos aprovechó la tradicional recepción al Cuerpo Diplomático acreditado en España, celebrada ayer en el Palacio Real, para agradecer las numerosas muestras de solidaridad y apoyo recibidas del mundo entero con ocasión del asesinato en Barajas de dos ciudadanos ecuatorianos. «Éstas nos reconfortan y alientan en nuestra determinación en la lucha contra el terrorismo, desde la firmeza del Estado de Derecho y la solidez de nuestras convicciones democráticas», afirmó. Durante la recepción, a la que asistieron el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, el Monarca propuso «no escatimar esfuerzos ni en el plano nacional ni en el de la cooperación internacional para acabar con el terrorismo».


El Rey inició su intervención con unas sentidas palabras, proferidas en su nombre y en el de su familia, para recordar a los dos jóvenes ecuatorianos asesinados por ETA, «cuyas vidas, sueños e ilusiones quedaron brutalmente truncados por la barbarie terrorista el pasado 30 de diciembre en Madrid». «El terrorismo constituye una grave lacra que a todos nos incumbe y afecta y que siempre resulta cruel, irracional e inhumano», agregó. Don Juan Carlos hizo un breve repaso a las iniciativas internacionales llevadas a cabo por el Ministerio español de Exteriores. Así por ejemplo, se refirió al plan Asia-Pacífico, a la presidencia española de la OSCE o al Plan África. Tampoco olvidó mencionar el recrudecimiento del conflicto en Oriente Medio o el reforzamiento de los mecanismos de coordinación con los socios de España en materia de seguridad. «Junto al desarrollo de nuestra identidad europea, vocación iberoamericana y dimensión mediterránea, España otorga una gran importancia al vínculo trasatlántico y a la amistad con los EE UU», añadió .


El Rey, antes de concluir su intervención, destacó la relevancia y trascendencia que están adquiriendo los flujos migratorios en España. Valoró que “los numerosos trabajadores inmigrantes contribuyen con su esfuerzo a nuestro progreso y bienestar”. Propuso que, dada la dimensión social y humanitaria de este fenómeno, “Europa ponga en marcha una política migratoria coherente y solidaria”. Su Majestad no dudó en afirmar la necesidad de afrontar adecuadamente el reto de gestionar los flujos migratorios “desde la legalidad y la justicia, actuando eficazmente contra las redes de inmigración ilegal que tanta muerte, dolor y tragedia generan en nuestras fronteras”. Finalmente, resaltó la necesidad de promover el desarrollo de los países de origen, de combatir la pobreza y de trabajar por los Derechos Humanos.

Fuente:La Razón