martes, enero 23

Abanderados de la diplomacia

Hace una semana, el cónsul honorario de Cuba para el Norte de España, Alejandro Fuertes, visitó el Principado. Viajó a la región desde Santiago de Compostela, sede del consulado, para presentarse ante las autoridades asturianas. Nieto de asturianos, nació y vivió en Cuba. Ahora vuelve a sus orígenes con la tarea de representar a su país en toda la cornisa cantábrica. Pero, ¿quiénes son los cónsules que viven en el Principado? ¿Y qué historias se esconden tras su cargo?La de María del Carmen Vigil, cónsul honoraria de México, también tiene que ver con la inmigración y los viajes de ida y vuelta. Nacida en el Distrito Federal, guarda como un tesoro el documento sellado por el cónsul de México en Gijón el 27 de noviembre de 1927, el visado que permitió a su padre viajar en el 'Alfonso XIII' con la Compañía Trasatlántica de Barcelona a las Américas, por 585 pesetas de entonces. «Se fue para buscar trabajo, con una maletita nomás. Resulta curioso que este visado lo firmara el último cónsul que hubo aquí. Como tras la Guerra Civil España y México no tuvieron relaciones, no volvió a haber otro cónsul hasta que llegué yo, que lo puse a funcionar en 1992», relata María del Carmen.Arropada por la bandera tricolor de su país natal, para ella es «un honor» recibir a sus compatriotas en su casa del número 20 de la calle de Cabrales, en Gijón, que «siempre ha estado, está y estará abierta a los mexicanos».
Jesús Silva Herzog era el embajador de México en España cuando María del Carmen fue nombrada cónsul honoraria. Éste es un cargo que se rige por el Convenio de Viena, explica Manuel del Castillo, cónsul honorario de Chile y secretario general del cuerpo consular en Asturias. «Los consulados son consulados, independientemente de que sea un cónsul general, un cónsul honorario, un vicecónsul o una agencia consular», recalca Del Castillo.
Piensa que es un cargo necesario y lamenta que muchas veces se caiga en «errores de protocolo» al no tener en cuenta la figura del cónsul honorario, quien «a todos los efectos, es el representante legal de un país extranjero en otro, aunque no sea diplomático de carrera». Del Castillo destaca que «no es lo mismo honorario que honorífico».
Funciones
En Asturias hay diez cónsules honorarios (Alemania, Chile, Finlandia, Hungría, Marruecos, Noruega, Países Bajos, República Checa y Suecia), un agente consular (Francia) y un vicecónsul (Italia). Las funciones de estos doce representantes de otros tantos gobiernos son, principalmente, dos. Por un lado, actuar como notario del país extranjero a la hora de validar documentos y gestionar trámites como la expedición de pasaportes. En segundo lugar, potenciar las relaciones comerciales entre ambos lugares. Al ser honorarios, no cobran por su trabajo. Y por el hecho de no haber estudiado en la Escuela Diplomática no están exentos de pagar impuestos y tampoco se benefician de las exenciones arancelarias de la conocida 'valija diplomática'.
Casi todos estos representantes consulares tienen sede en Gijón. Sólo Italia, con Paolo Ercolani; la República Checa, representada por Amalio García; y Marruecos, cuyo cónsul es Jacobo Cosmen, están en Oviedo. «Los consulados nacieron unidos al tráfico de mercancías por mar. En un principio, el cónsul tenía sus oficinas en el puerto, porque resolvía conflictos mercantiles», señala Casimiro González Ayesta, cónsul honorario de Suecia desde el 13 de marzo de 1989. Su tío Casimiro fue vicecónsul y luego su padre heredó este cargo.Los puestos se quedan muchas veces en la familia. Nacen de unas relaciones comerciales y desembocan en una tradición. «Mi tío era consignatario de buques, agente de una naviera sueca, y así empezó todo. Para mí, ser cónsul no es una satisfacción material, pero me gusta por una razón de afinidad con el país y de tradición; son cuestiones intangibles», asegura Casimiro.Guillermo Tóth, cónsul honorario de Hungría desde 2000, siente que su gobierno, al nombrarlo cónsul, ratificó «una vuelta a la normalidad».
Desde 1979, Tóth trabaja en Duro Felguera. Antes, en su país había desempeñado «cargos importantes de comercio exterior». En 1989 cambiaron las condiciones políticas en Hungría, con la caída del Muro de Berlín, y el «gobierno pluripartidista democrático optaba a entrar en la Unión Europea, por lo que comenzó a designar cónsules».Unos 300 húngaros viven en Asturias y Guillermo Tóth, natural de Zeged, explica que su principal papel «es el de notario, ser fedatario para las autoridades húngaras» y «cuidar» a sus compatriotas. «El cónsul honorario es el que no recibe honorarios», bromea Tóth, para quien una parte muy importante de su labor radica en promocionar el turismo en Hungría.
Actividades culturales
Manuel del Castillo también destaca las actividades culturales y de conocimiento mutuo entre Asturias y Chile: «Una vez al año, intentamos organizar un acto o una exposición, como la que hicimos con motivo del centenario de Pablo Neruda».Ahora, Manuel del Castillo se encuentra pendiente de una reunión en la embajada para definir el programa de 2007. Su padre fue cónsul de Chile durante 25 años y él solicitó el consulado «para retomar la tradición» iniciada a principios del siglo pasado por Dionisio Velasco.La familia Alvargonzález también aparece indisolublemente unida a estas tareas diplomáticas. Juan y Romualdo Alvargonzález Figaredo representan, respectivamente a los gobiernos de los Países Bajos y Finlandia. «Mi abuelo había sido vicecónsul de los Países Bajos en el año 1929 por las relaciones comerciales que tenía con ellos, establecidas con el puerto de Rotterdam», narra el naviero. Tras la Guerra Civil, el señor Castro, de Ceferino Ballesteros e Hijos, ocupó el cargo, que en 1988 solicitó a la Corona Holandesa Juan Alvargonzález. «Para mí es importante, porque viene de la familia, y es un cargo que el país da a una persona honorable de la ciudad, tras una investigación sobre ella», subraya.Alvargonzález explica que los cambios políticos repercuten en su actividad. «Ahora damos asistencia a los ciudadanos, fe de vidas o una cierta labor comercial y de turismo, o vamos a Villabona a visitar algún preso, una labor humanitaria», enumera el decano del cuerpo consular asturiano. La Unión Europea ha cambiado mucho las relaciones consulares. «Antes, los consulados teníamos que llevar un registro de los ciudadanos, ahora no», explica Alvargonzález.Casimiro González Ayesta pone otro ejemplo de cómo cambian, año a año, las cosas: «Cuando yo empecé, Suecia no estaba en la OTAN y definía su posición neutral. Tras la caída del Muro de Berlín, hubo un cambio radical en la política exterior. Desde abril de este año, ya no voy a poder hacer pasaportes, para renovarlos habrá que ir a la embajada de Madrid, según una circular que acabo de recibir». González Ayesta comenta que para los 40 suecos que residen en Asturias no será un gran trastorno, pero sí podría serlo para los cientos de suecos que residen en Torrevieja o Canarias.Precisamente, el cónsul Noruego de Torrevieja es un médico licenciado por la Universidad de Oviedo, apunta Benito Fernández Manovel, cónsul honorario de Noruega desde 1979 y vicecónsul antes, desde el 77, con el rey Olav. En Asturias sólo hay nueve noruegos registrados, pero «viven más, de hecho esta semana apareció una doctora de Medicina que está haciendo el MIR en Oviedo», indica Fernández Manovel. Este año, en junio, conocerá en persona al Rey Harald, «ya que existe una invitación para todos los cónsules noruegos a pasar una semana en Noruega, a la que iré con mi esposa», cuenta.
Contactos comerciales
El letrado milanés Paolo A. Ercolani, vicecónsul de Italia, considera que su puesto «es muy importante» y pretende «canalizar los contactos comerciales, reforzar ese terreno». María del Carmen Vigil también ha viajado a México con delegaciones comerciales asturianas. ¿Podría desaparecer el cargo, su función no resulta importante? «Creo que somos necesarios, siempre viene bien una mano amiga que te ayude a solucionar un problema, nunca está de más», argumenta la cónsul.
Fuente:El Comercio